sábado, 7 de enero de 2012

La fragilidad del falso equilibrio

En el baúl puse hace días estos conceptos sin atinar bien bien cómo y cuándo darles mención.
Inquietud de espíritu, rabia y engaño eran el poso por el que los mareaba... Ahora los casaba, ahora los separaba... y mientras tanto buscaba el hilo con el que anudarlos.

Finalmente, ayer escuché una frase del filósofo Jean Paul Sartre que decía algo así como que "hay que hacer el mal porque el bien ya está hecho" y otra del reciente Premio Nadal, Álvaro Pombo: "vivimos en el mundo de la fragilidad del bien" y obtuve por fin la excusa para sentarme a reflexionar sobre estos momentos de falso equilibrio. http://www.youtube.com/watch?v=bm_NEeJQpiU

Por un lado frágil porque es un equilibrio quebradizo que con facilidad se hace pedazos.

Por otro falso porque falso es algo engañoso, fingido, simulado, falto de ley, de realidad o de veracidad, y prácticamente es así nuestro equilibrio, el social y también el individual.


Fragilidad del equilibrio social en cuanto a la existencia de desigualdades de todo tipo, económicas, culturales, educacionales,...  No sorprende mucho... Todos somos conocedores de estos desequilibrios.

Sin embargo sí puede impactarnos algo más la fragilidad de nuestro propio equilibrio individual. Me refiero a ella como lo efímera de nuestra fuerza, como la capacidad de asumir los contratiempos, obstáculos o dificultades y convertirlos en crecimiento personal. Nos creemos sanos y salvos, sanos y a salvo de todo, o casi todo, hasta que un simple suspiro nos hace tambalear. Normalmente caemos y perdemos la capacidad de reflexionar, de discernir entre el bien y el mal y lo que es peor, no aprovechamos la oportunidad de hacernos un poco más gigantes para luchar contra nuestros propios molinos de viento.

Mal entendido el tiempo en el que vivimos si no tomamos conciencia de esta situación. El no hacerlo nos provoca frustración y, por ende, pérdida de fe en nosotros mismos. Si, por el contrario, aceptamos nuestro frágil equilibrio nos preparamos para retomarlo una vez lo hemos perdido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

... En ese delicado equilibrio andamos, quizás entre lo que deseamos y lo que hacemos, entre lo que sentimos y lo que pensamos, pero no nos desanimemos: en esa conciencia de nuestra fragilidad, en ese saber reconocer que somos débiles y nos hundimos, a veces, en un vaso de agua, está justamente nuestra grandeza.

Y siempre es mejor saber lo frágil que se es que vivir en la ignorancia. ¿No os parece?


Patri

Isabel dijo...

Es exactamente ese el sentido de la reflexión...
Gracias Patri. Como siempre, aportas un poco más y mejor!