viernes, 27 de julio de 2012

A ti, que me lees cuando escribo.

Hoy quiero contarte que no hay día que pase sin pensar en escribirte. A pesar de ello, hace semanas que no logro encontrar la inspiración para hacerlo. Soy tan exigente, busco tanto que te interese lo que cuento, que no encuentro nunca como hilvanar adecuadamente todas mis ideas y todos mis temas.

Me desespera, la verdad, y es por eso que hoy, pasado tanto tiempo, me he decidido a contarte exactamente por qué no te escribo.

Voy a confesarte que he empezado ya varios párrafos de lo que pretenden ser algunas entradas semi profesionales. Querría aportarte mis reflexiones, adornadas con pinceladas de credibilidad prestada de otros personajes, pero no he sido capaz de obtener el resultado esperado. Y créeme cuando te digo que nada me aterra más que decepcionarte, desinteresarte o frustrarte.

Sé, por otro lado, que con esta sequía literaria pierdo ya parte de tu afinidad, de tu gracia... Y eso me presiona y obsesiona.

Es por esto que hoy, lejos de levantar la presa y dejar fluir "ríos de tinta", caudales de frases, litros de ideas...tecleo sólo cuatro gotas de inspiración con el único objetivo de sincerarme y disculparme . Quiero ser transparente y sincera desde la humildad que me provoca mi propia incapacidad de escribirte con frecuencia y mantener tu atención en alto grado. 


Que sepas que te tengo el respeto suficiente como para que al expresarme, encuentres en mi "voz" escribana un mensaje que cale en algún punto de tu ser. Y que a pesar de que no puedo dejar de pensar en ti, y en ello, no resuelvo ni demuestro. Así que no me queda otra que disculparme, porque quizá el problema esté en que no me esté dedicando a ti como merecieras. O porque debiera preguntarte si es que puedo hablarte de algo que te interese.


En cualquier caso, mi querid@ lector, perdona que este blog, en el que un día decidiste aterrizar, no cumpla con las exigencias ni expectativas que depositaste tal día como hoy. No pienses que es falta de mimo o de interés, sino simplemente de una mezcla entre el miedo escénico, la falta de recursos y las limitaciones personales.

Dicho esto, y como no podría ser de otra forma, acabo de la única forma que me sale contigo, agradeciéndote que estés ahí de una forma tan generosa.