viernes, 14 de septiembre de 2018

#HistoriasdeBicis. PANDORA



Año 2070
La Tierra agoniza. La temperatura ha subido diez grados y apenas se puede soportar la exposición al sol. Los bosques se han convertido en zonas casi desérticas, los grandes océanos son ahora discretos mares.
En las ciudades viven tres tipos de habitantes: los que quieren cuidar el planeta, los que sienten indiferencia y las que son como yo.

En casa, ese almacén de chatarra en realidad, éramos siete. Las siete prisioneras de un Creador obsesivo, solitario y soñador que, por suerte, pertenecía al grupo de los que querían cuidar el planeta. De hecho, para él no existía otro amor que el que sentía por la Tierra. ¡Pobre loco!, desconocía el dulce sabor del beso en labios ajenos.  
Yo era la mayor de la familia. Estaba algo vieja, necesitada de cuidados, pero todavía era fuerte y robusta. Como las tardes de domingo resultaba molesta, poco deseada, aburrida.  Mi pareja, en cambio, era como las noches de un viernes: seductora y apetecible. Y como sea que los viernes están hechos para salir, muchas noches ya no volvía a dormir conmigo. Yo lo llevaba mal, me dolía infinitamente cada ausencia, pero no tenía ánimos para protestar. Sabía que cualquier día se iría, así que aprovechaba cada instante juntas.