jueves, 13 de febrero de 2014

24 horas y San Valentín

Te despiertas antes de que suene el despertador recordando la nota de la agenda de tu hijo, a la vez que añades en el calendario "enviar fotos para completar la web". Repasas con rapidez los detalles del día, encadenando en la secuencia los actos personales y los profesionales. Agregas un par de recordatorios más antes de leer en titulares de hasta 140 caracteres los temas más relevantes del momento. Estamos hablando de Twitter, algo más que una red social. Te detienes en tu favorito,deleitándote en la imagen que tantas veces se cuela graciosa e inocentemente en tus pensamientos. Intentas leer entre líneas lo que no recibes en párrafos.
Suena la alarma y valientemente la ignoras unos minutos, como si pudieras hacerle caso omiso. Al fin y al cabo, piensas, el día lo empezaste tú bastante antes de que ella llegara. Te levantas con las secuelas de unos pasos que horas antes habían estimulado movimientos rítmicos. Pasas a recomponerte con la cascada de agua que resulta el recurso natural que desarrolla tus funciones vitales como las de todo ser vivo. Decides tu indumentaria en función de lo que te depara el día y el medio a través del cual irás a por ello. Los tacones son malos compañeros del asfalto, las prisas y las zancadas aceleradas. Arrastras de la cama con una grúa imaginaria a unos niños encorsetados a las sábanas, deseosos de quedarse en ellas eternamente, de manera extraña, siempre que no es festivo. Mientras canturreas estrofas cariñosas, con voz forzadamente impostada, preparas una muestra gastronómica en formato delicatessen. El café, cargado y con leche, endulzado y en taza, es el gran aliado de esta dirección de orquesta. Consigues reconstruir un aspecto algo deteriorado por la edad con la ayuda de cada vez más pinceles.