martes, 22 de mayo de 2012

Espejito, espejito mágico…


Después de un largo y tedioso periodo falto de motivación, llega el 21_5_2012, día que he bautizado como el de la "Gran Decepción", en el que encuentro esa inspiración perdida y me decido a escribir.

Antes de abordar el tema, que pareciera algo frío para exponerlo así, sin más, reflexiono unos minutos sobre ese instante en el que recupero la visión. Hago referencia a mi "descubierto" escritor Javier Ruiz Taboada, http://www.ruiztaboada.com/, de quien escuché que la nostalgia, la melancolía y el silencio de la noche eran fuentes de su inspiración, mientras que "la felicidad" resultaba no ser una buena musa para ella. Yo no sé si será o no será, pero lo cierto es que tal día como hoy, el de la "Gran Decepción" repito, me visita una señorita coqueta, inquieta y curiosa, llamada Inspiración. Le abro las puertas y le entrego mi pluma (virtual, siempre virtual) para que escriba de lo que ha venido a hablar...sobre la "marca personal".

Uy, uy, uy...os advierto... Viene esta señorita con ganas de provocar, pero voy a intentar, con gracia y sutileza, borrar los rasgos más personales y hacer de esta entrada una reflexión general, de las que tienen mucho que ver con el sentido común y poco con un despecho en particular. Lo sé, lo sé , @ruiztaboada, escribimos sobre lo que vivimos, pero el matiz con el que lo cuentas modela la intensidad autobiográfica.

Dejando pues a nuestra invitada hablar sobre "la marca personal" empieza por preguntarnos cuánto cuesta crearse esa marca en términos de tiempo y esfuerzo. Y la respuesta nos sale a la par: ¡¡¡MUCHO!!!. La construimos a lo largo de los años, con mensajes emitidos por nosotros mismos y hechos consumados. Se trata de una combinación de intenciones confesadas, experiencia contrastada e imagen proyectada. Y es que nos cuenta (la susodicha) que la "marca personal" no deja de ser nuestro posicionamiento en la mente de los que nos ven. Una interpretación subjetiva y particular de nuestra imagen real. Es algo así como que varía "según el cristal con el que se mira"...podríamos decir.

Es por ello que para influir en esa "subjetividad" se necesita cocinar a fuego lento, con paciencia y con mimo. Y cuanto más cuides los detalles, más virtuoso serás. Rescatando una gran frase del libro "Un mundo feliz", de Aldous Huxley: "Los detalles conducen a la virtud y la felicidad, en tanto que las generalidades son intelectualmente males necesarios".

Así pues, nos pasamos una eternidad (y algo más allá), para levantar un espejo en los demás en el que nos reflejamos y donde, por supuesto, deberíamos gustarnos. Obviamente, a más dedicación, mayor nitidez de la imagen. Si pasas por la vida de alguien de forma fugaz, ese reflejo apenas se aprecia, mientras que si llegas con la intención de quedarte, consigues eso de "espejito, espejito mágico"...es decir, que él mismo hable sobre ti!

Pero, ais, ais, ais, contradicciones de la vida...lo que tanto trabajo y dedicación te cuesta... ¿cuánto tardas en perderlo? Y aquí volvemos las dos (señorita Inspiración y una servidora) a responder al unísono: ¡¡¡NADA!!!!

Pues así es... ¡nada! Y ¿¿¿sabes por qué???? ¡¡¡Pues porque no hay nada más frágil que un espejo!!!!

Ahondemos un poco más... Tú estás ahí plantado, firme y claro, reflejado cuan galán...pero de golpe tienes un traspiés. Zas! Te delatas! O confiesas! Te declaras culpable o no, pero flojeas en tu declaración. Eso que habías sostenido sobre una burda mentira se descubre y Zas!!! Zas, Zas!!!! El impacto es tal sobre el fino y frágil cristal que se empieza a resquebrajar. Y tu imagen, aquello que Doña Inspiración llama "marca personal" se rompe en mil quinientos pedazos (ese número es cosecha mía...;-).

Y ahí te quedas, como un rompecabezas deshecho, que nadie quiere volver a montar por miedo a cortarse. Duro...sí...pero haber pedido "truco".

Así que esto es.

¿Aprendizaje? Coherencia, consistencia, honestidad y transparencia. Hoy, en uno de mis tweets decía: "más vale quedarse, que llegar siendo otro". Me refería a un consejo que me habían dado para conseguir mi objetivo y que pasaba por fingir, por actuar,...en definitiva, por proyectar una imagen que no era la mía. Pues veréis...mi reflejo no es que sea de una gran belleza, pero si algo creo que es, es auténtico. ¡Esa soy yo! Sí. Con mis reflejos y mis sombras (muchas) pero yo.

No voy a permitir que un pequeño golpe pueda destruir lo que ven ahí los que quieren mirar y, sobre todo, los que quieren seguir mirando.
Gracias nostalgia y melancolía por haberme traído la Inspiración.
Tú, señorita, no te vayas muy lejos, por favor.
Y por último, a ti, noche que me acoge y acompaña con tu calma, gracias por ser cómplice de mis tormentos y lograr que los apacigüe con la confesión.